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 Is there anybody in there?: diciembre 2009

jueves, 31 de diciembre de 2009

Extrañeza

El mundo cambia, la gente cambia. Las ideas cambian, aunque algunas no deberían. Pero lo hacen.
La eterna cuestión. ¿Evolucionar con ellas o mantenerlas estables? Tal vez lo correcto sea un término medio, una manera de conciliar ambas posiciones: conservar lo bueno y cambiar lo malo; pero gran parte de la sociedad está en contra de eso. Conservadores contra progres.


¿Pero QUÉ COJONES es eso?¿Qué clase de personas modernas y liberales somos si no somos capaces ni de elegir por separado cada cosa concreta que nos parezca o no bien?
Según la postura que elijas de las dos, debes ceñirte socialmente a ella... Y si hay una idea de "los contrarios" que te parece correcta, no puedes defenderla. O si lo haces, prepárate para una avalancha de críticas de la gente de tu propio entorno, dispuesta a morir por la ideología prefijada en la que están inmersos.


No hay manera de encontrar un número decente de personas lo suficientemente abiertas como para escuchar y tomar ideas de aquellos puntos de vista que a priori no concuerdan con los suyos.


En la sociedad española esta manera de pensar se une a otra manía muy divertida, formando una cantidad de borregos tal que
Me refiero al vicio insaciable de hablar de cualquier tema sin tener ni puta idea. Siempre se tiene una opinión sobre todo asunto. Parece que queda mal decir "No sé que opinar de eso, no sé nada del tema".


O aún peor: creer que se sabe del tema, lo que provoca una ingente cantidad de despropósitos soltados a bocajarro por el intento de entendido de turno.


Es también normal. Realmente no mucha gente es lo suficientemente culta como para tener tal cantidad de conocimientos que le permita evadir esta costumbre. Todos lo hacemos un poco. La mayoría de las veces es algo más o menos inocente, para salir al paso en una situación cotidiana sin más. 
Pero en ocasiones nos vemos inmersos en un largo debate sobre cualquier tema genérico. Nuestro orgullo nos impide quedarnos al margen, nuestra autoestima nos pide que nos mojemos, y poco nos importa el decir incongruencias camufladas como elaboradas opiniones.


Y así se desarrolla la existencia del ciudadano estándar, con el chaquetismo como forma de vida. Obligado a ello por imposiciones sociales, el individuo que quiere ser auténtico se enfrenta a tales barreras que, en la mayoría de casos, desiste y se resigna a ser un robot más, un robot con la camiseta de un color liso y sin posibilidad de teñirla. Un robot con una base de datos infinita, que rellena con 0s en las entradas sobre las que no posee información.


Existe, de hecho, una tercera obsesión... El prejuiciar a troche y moche. Esto sí que está tan extendido que puede observarse en individuos presuntamente sensatos y que incumplen la media de las otras dos manías que he comentado. La gente sale a la calle con un paquete de etiquetas que va colocando al resto de la gente, y en lo único en que se nota diferencia entre los diferentes seres humanoides es el momento en que las colocan. Existe gente que coloca etiquetas a personas de las que simplemente ha oído hablar algo y no poseen más datos; otros, sencillamente por haberles visto una vez en directo, pues utilizan la primera impresión como un dato más aclarador de lo que realmente pueda ser. También hay gente algo más sensata que etiqueta a la gente tras pasar un rato con ella, o una tarde. Pero poca gente da más oportunidades que esas.


El problema de las etiquetas es que son difíciles de quitar. Todos tenemos derecho a forjar una opinión sobre la gente con la que coincidimos en uno u otro momento; sin embargo, debemos pegar las etiquetas con chicle y no con Super-Glue, pues SIEMPRE deben ser algo temporal. Aunque cualquier acción o actitud que veas en una persona marcará la opinión que tengas sobre ella, los seres humanos podemos cambiar. Podemos llegar a pensar o actuar de manera totalmente opuesta a como lo hacíamos hace un tiempo por cualquier motivo, nuestras vivencias personales van haciendo mella en nosotros forjando constantemente nuestra forma de ver la vida.


Por eso pienso que debemos ser abiertos con eso... Todo el mundo tiene derecho a arrepentirse, a cambiar, a aprender cosas y reflexionar sobre sus propias actitudes... o simplemente a cambiar de gustos, de forma de vestir o de comportarse, simplemente porque va encontrando su lugar en la sociedad y en la vida.


El otro problema de los prejuicios y las etiquetas es tener manías respecto a ellas. Al colocar determinada etiqueta a una persona, en muchas ocasiones la utilizamos como excusa para pensar que tiene una personalidad X y una ideología X, y no nos damos cuenta de que cada persona es única y los tópicos genéricos nunca se cumplen... Y muchas veces tendemos a predisponernos de una determinada manera hacia cualquier persona con dicha etiqueta. Nos creamos estereotipos y nos creemos realmente que el mundo está compuesto de ellos. 


De vez en cuando ves gente como por ejemplo un catequista de confirmación que conozco, que toca en un grupo de heavy metal y lleva melena, y te dan ganas de dar en los cojones a los tópicos. Lo lamentable es que nos sorprendamos a ver gente así, con tales contrastes que no lo son realmente. Extrapolad el ejemplo a cualquier caso aplicable de gente que se labra su propio camino sobre las sendas predefinidas del medio social.


Sin mucho más que decir, me despido, y mando un saludo a las pocas (¿una?) personas que leen este rincón marginado de la web y agradezco las valoraciones ^^.


Musicarearé un poco, como excepción:


Primeramente un temazo de los siempre geniales Iron Maiden. También es una de sus canciones más largas. Rime of the Ancient Mariner.



Ahora os traigo a uno de los grandísimos, Eric Clapton. No necesita presentación, uno de los mejores guitarristas y músicos que ha conocido el mundo. Te queremos, Eric.