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sábado, 1 de mayo de 2010

Guía para la paz interior, primer tomo.

¿Qué es la paz interior? Lo que yo entiendo por ello es un estado mental en el que te sientes bien contigo mismo y con el mundo; en el cual has alcanzado un nivel de madurez intelectual suficiente para "encontrar tu sitio", tanto a nivel ideológico como a nivel social y personal. Alcanzar completamente este estado es una tarea ardua que no todo el mundo consigue, y los que lo hacen muchas veces lo consiguen al llegar a una edad sensiblemente alta.


El llegar a este estado conlleva muchas ventajas en la vida. Lo primero y más importante es que una vez logrado este objetivo, nadie puede arrebatárnoslo. Cualquier experiencia de la vida sólo nos hará fortalecer este aspecto. Incluso un gran trauma como la muerte de un familiar cercano o alguien muy querido, a pesar del evidente dolor, puede ser superado con mayor facilidad por el hecho de haber alcanzado este estado.


Cualquier problema con el que nos encontremos en la vida, ya sea personal, laboral, de relaciones sociales, etc. será más fácil de solucionar o nos afectará menos si poseemos esta virtud. Indirectamente, opino que además esto crea la posibilidad de hacer más agradable la vida a la gente cercana, ya que no se hace tan necesario preocuparse por uno mismo en según qué aspectos, pudiendo dedicar ese tiempo a problemas ajenos. Sé que no me he explicado muy bien en esta última frase, pero espero que sepáis entender a qué me refiero.


¿Y qué hacer para encontrar esta paz interior? Bueno, yo soy un chaval de 17 años, supongo que es de risa que pretenda dar lecciones sobre un tema que requiere tanta experiencia de la vida... Pero espero ayudar.


Lo primero y más básico, requisito imprescindible para casi todo, es aceptarte a ti mismo exactamente como eres. Esto es vital. Hay mucha gente que lo consigue sin demasiada dificultad a una edad joven, pero hay otros a los que les cuesta mucho y no lo superan. El no hacerlo sólo les crea problemas de autoestima y obsesiones por la imagen física, o crear una forma de ser falsa ante los demás, la que creen que los demás esperan de ellos, que acaba por destrozarles psicológica y moralmente.


Esto no quiere decir que te despreocupes de tu imagen física... Es decir, si eres una persona que, yo que se, suda mucho, pues te tendrás que duchar a menudo y cuidar más la higiene, etc. Me refiero a que nacemos con un cuerpo concreto, y ese cuerpo somos nosotros, y no otro. Aunque haya gente que intente compensar su insatisfacción con operaciones de cirugía estética, el cuerpo que tienes es el cuerpo que tienes.
Por tanto, no es difícil llegar a la conclusión de que es objetivamente útil para la vida el tomar esta postura en cualquier situación.


También es menester darse cuenta de esto. La mayoría de la gente no va a ayudarnos en este camino hacia la paz interior. De hecho, el mundo está plagado de pequeños capullos que se van a esforzar en bajarnos la autoestima, así que hay que ser más fuerte. La vida nos va a collejear por otros lados, así que conviene tener cubierto al menos este frente.


Lo segundo es no decaer ante los problemas. Mucha gente, ante las dificultades, toman una postura como entristecerse, enfadarse, o buscar culpables. Bien, pues son tres posturas inútiles y dañinas, aunque supongo que inevitables a veces. Para que un gran marrón nos afecte lo mínimo posible a nuestra paz interior, hay que enfrentarse de forma crítica a los problemas. 


 - Primeramente, ¿es culpa mía? Si realmente no lo es, ¿por qué me estoy torturando? Y si sí que lo ha sido, ¿ de qué sirve desfallecer? Intenta arreglarlo de alguna manera, o compensarlo. Y si no puedes, pues al menos has tenido la intención, y has aprendido algo. Los errores son mejores que la Wikipedia.


 - Segundo, sabiendo que no ha sido culpa mía, ¿sirve de algo despotricar al aire y ponerse a buscar culpables? Es cierto que existe una cosa que se llama justicia, que solemos reclamar, pero yo creo que es más importante ponerse a buscar una solución, que al fin es lo que realmente importa, y después arreglar las cuentas con la justicia si procede.


Pero claro, el darse cuenta de que esto puede ser un objetivo interesante para lograr exige una cierta madurez y sentido común, lo que acota enormemente el número de personas que pueden estar interesadas, cómo no.


También hay otra cosa que ayuda a la paz interior, y es dormir, así que me dedicaré a ello en exactamente 2 minutos, en cuanto ponga alguna cancionceja. Ah, ya sé, temazo mítico de rock progresivo. Yes.



Lo que el filósofo olvidó

Este curso estoy estudiando la asignatura de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato. En mi opinión, es interesantísima, pero el 99% de los adolescentes no la soporta. Y la pésima elección de los profesores adecuados por parte de los colegios no ayuda demasiado. No es el caso de mi colegio (en mi opinión), aunque la opinión general de mi clase así lo afirme.


El caso es que repasando las ideas que defiende cada filósofo, descubro asombrado que todos los que recuerdo (quizás me equivoque) van eligiendo una base para entender bien la existencia humana: anteriormente a Nietzsche, la opción está entre el realismo (lo importante es el mundo exterior, el sujeto se diluye) o el idealismo, más tarde (lo importante es el sujeto, el mundo externo se diluye). Luego, viene el vitalismo (lo que importa es la vida) y luego toda la movida moderna, extraña y ambigua.


Pero... ¿y los sentimientos? Puede que sea porque no he investigado a fondo cada uno, pero no recuerdo que ninguno diga que lo más importante de nuestra existencia son los sentimientos que tenemos respecto al resto de mortales, al mundo, etc. Sí, eso es lo que yo pienso.


Es algo muy vago e incompleto para poder constituir una verdadera tesis filosofal, lo sé. La Filosofía se ha ocupado de demasiadas cosas a lo largo de su historia como para poder basarse solo en esto. Nace de la radical inseguridad en que nos encontramos ante el mundo que nos rodea, lleno de incógnitas y preguntas, ¿no? Pero su función más importante, creo yo, es la de mejorar nuestra vida. Obtener respuestas nos llena, al menos a parte de la humanidad en la que me incluyo, pero... ¿ veis el título de mi blog? Tiene que ayudarnos con el día a día rutinario, a pie de calle.


Y ahí entra lo que estaba diciendo. Los sentimientos. Son lo que nos diferencia de otros seres vivos con genoma similar; entre otras cosas, pero es lo más notorio. Los sentimientos son más fuertes aún que la todopoderosa razón; a pesar de su aparente omnipotencia desmontando argumentos, si una pasión en nuestro interior nos carcome, nada la va a parar. La gente minusvalora el poder de los sentimientos hoy en día.


Cada pequeña cosa que hacemos en la vida afecta, de forma directa o indirecta, a alguien cercano si lo hay (aparte de a ti mismo) y crea, por lo menos, una semilla de un sentimiento. En la rutina diaria no lo notamos, pero al cabo de los años, reflexionamos en las costumbres que hemos ido cogiendo y vemos que han definido una parte de nosotros, de lo que sentimos.


Cuando nos embarga un gran sentimiento, ya sea algo positivo (en teoría...) como el amor, o algo negativo como puede ser el odio o la pena, nuestra percepción del mundo cambia, todos lo hemos notado. Sólo existe eso. Por ejemplo, se acaba de morir una persona querida y nos acaban de dar la noticia. Como es obvio, en ese momento no hay quien atienda a razones. Todos lo sabemos, y si vemos alguien en esas circunstancias sabemos como actuar (se supone) y a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría pedirle algo complejo que requiera de un esfuerzo mental.




Yo siempre he tenido la manía/don/característica de ser muy racional. Pensar, reflexionar, buscar una razón o explicación para todo. Pero la vida te va educando a base de ostias, pequeñas o grandes, y en seguida te das cuenta que Descartes se quedaba corto. Y que basar la vida en la racionalidad acaba siendo un sinsentido, a pesar de que sea útil par muchas cosas, desde luego. Es necesaria para, por ejemplo, controlar un poco los sentimientos a veces... porque son la fuerza mas poderosa del psiquis humano y nos desbordarían en caso contrario.
Pero... por otro lado, reprimir un sentimiento solo provoca dolor, a pesar de que objetivamente sea mejor para nosotros. Es cuestión de cada uno encontrar el equilibrio.


Música: Increíble mezcla de música árabe con death metal progresivo, de mis grupos favoritos ultimamente, Orphaned Land.



jueves, 18 de febrero de 2010

La ilustración según Kant

Notable excepción la que vais a ver ahora en el oscuro rincón internético que es este blog: En lugar de escribir algo, voy a poner un texto de un señor que vivió hace mucho pero que molaba. Molaba porque no sólo pensaba, cosa a elogiar en este planeta, sino que además pensaba mucho y bien. Habla de un movimiento cultural del siglo XVIII, la ilustración, y como tal algunas de las cosas del texto hay que entenderlas en su contexto, pero aún se les puede dar mucha más vigencia de la que pueda parecer... Leed esto con atención. Es largo y además en esa época se hablaba con frases muy complejas y largas, con todo subordinadas, y se hace más pesado de leer, pero intentad pasar de eso, me parece un texto genial y no podría estar más de acuerdo. Que tío.


Por Immanuel Kant: 


Ilustración es la salida del hombre de su culpable minoría de edad. Minoría de edad es la imposibilidad de servirse de su entendimiento sin la guía de otro. Esta imposibilidad es culpable cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino de decisión y valor para servirse del suyo sin la guía de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración.


Pereza y cobardía son las causas por las que tan gran parte de los hombres permanece con agrado en minoría de edad a lo largo de la ida, pese a que la naturaleza los ha librado hace tiempo de guía ajena, y por las que ha sido tan sencillo que otros se erijan en tutores. Es muy cómodo ser menor de edad. Tengo un libro, que suple mi entendimiento; a quien cuida del alma, que suple mi conciencia; a un médico, que me prescribe la dieta, etc., de modo que no tengo que esforzarme. No tengo necesidad de pensar, si puedo pagar; otros se encargarán por mí de la enojosa tarea. Aquellos tutores, que se han hecho cargo tan bondadosamente de la supervisión, se cuidan muy bien de que el paso hacia la mayoría de edad sea tenido, además de por molesto, también por muy peligroso por las gran mayoría de la gente. Después de entorpecer a su manso y prevenir con cuidado que estas pacíficas criaturas se atrevan a dar un paso fuera del camino rodado en que se las ha encerrado, les muestran el peligro que les amenazaría si trataran de ir solas. Sin embargo este peligro no es tan grande, pues al final aprenderían a caminar después de algunas caídas; pero un ejemplo de esta índole intimida y, por lo común, escarmienta para futuros intentos.


Es difícil, por tanto, que cualquier individuo logre salir de esa minoría de edad, que casi se ha convertido en él en naturaleza. Incluso le ha cobrado afecto y se siente realmente incapaz de servirse de su propio entendimiento, pues nunca se le ha dejado intentarlo. Estatutos y fórmulas, instrumentos mecánicos de un uso, o mejor abuso racional de sus dotes naturales, son los grilletes de una perdurable minoría de edad. Quien los arrojara, apenas sí daría un inseguro salto sobre la más breve zanja, pues no estaría acostumbrado a un movimiento tan libre. Por eso son pocos los que, con propio trabajo de su espíritu, han logrado superar la minoría de edad y, sin embargo, proseguir con un paso seguro.



Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, algo que es casi inevitable si se le deja en libertad. Ciertamente, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los establecidos tutores de la gran masa, los cuales, después de haberse autoliberado del yugo de la minoría de edad, difundirán a su alrededor el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación de todo hombre a pensar por sí mismo. Pero aquí se ha de señalar algo especial: aquel público que anteriormente había sido sometido a este yugo por ellos obliga más tarde, a los propios tutores a someterse al mismo yugo; y esto es algo que sucede cuando el público es incitado a ello por algunos de sus tutores incapaces de cualquier Ilustración. Por eso es tan perjudicial inculcar prejuicios, pues al final terminan vengándose de sus mismos predecesores y autores. De ahí que el público pueda alcanzar sólo lentamente la Ilustración. Quizá mediante una revolución sea posible derrocar el despotismo, pero nunca se consigue la verdadera reforma del modo de pensar, sino que tanto los nuevos como los viejos prejuicios servirán de riendas para la mayor parte de la masa carente de pensamiento.

Pero para esta Ilustración únicamente se requiere libertad, y, por cierto, la menos perjudicial entre todas las que llevan ese nombre, a saber, la libertad de hacer siempre y en todo lugar uso público de la propia razón. Mas escucho exclamar por doquier: ¡No razonéis! El funcionario de hacienda: ¡No razones, paga! El sacerdote: ¡No razones, ten fe! Por todas partes encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿qué limitación impide la Ilustración? Y, por el contrario, ¿cuál la fomenta?. Mi respuesta es la siguiente: el uso público de la razón debe ser siempre libre; sólo este uso pueda traer Ilustración entre los hombres. En cambio, el uso privado de la misma debe ser a menudo estrechamente limitado, sin que ello obstaculice, especialmente, el progreso de la Ilustración.

Entiendo por uso público de la propia razón aquél que a alguien hace de ella ante el gran público. Llamo uso privado de la misma a la utilización que le es permitido hacer de un determinado puesto civil o función pública. Ahora bien, en algunos asuntos que transcurren en favor del interés público se necesita cierto mecanismo, léase unanimidad artificial en virtud del cual algunos miembros del estado tiene que comportarse pasivamente, para que el gobierno los guíe hacia fines públicos o, al menos, que impida la destrucción de estos fines. En tal caso, no está permitido razonar, sino que se tienen que obedecer, en tanto que esta parte de la máquina es considerada como miembro de la totalidad de un Estado o, incluso, de la sociedad cosmopolita. Así, por ejemplo, sería muy perturbador si un oficial que recibe una orden de sus superiores quisiere argumentar en voz alta durante el servicio acerca de la pertinencia o utilidad de tal orden; él tiene que obedecer. Sin embargo, no se le puede prohibir con justicia hacer observaciones acerca de los defectos del servicio militar y exponerlos ante el juicio de su público.
El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados; incluso una mínima crítica a tal carga, en el momento en que debe pagarla, puede ser castigada como escándalo (pues podría dar ocasión de desacatos generalizados). Por el contrario, él mismo no actuará en contra del deber de un ciudadano si manifiesta públicamente su pensamiento contra la inconveniencia o injusticia de tales impuestos.
Del mismo modo, un sacerdote está obligado a enseñar a sus catecúmenos y a su comunidad según el símbolo de la iglesia a la que sirve, puesto que ha sido admitido en ella bajo esa condición. Pero tiene plena libertad e, incluso, el deber de comunicar al público sus bienintencionados pensamientos, cuidadosamente examinados, acerca de los defectos de ese símbolo, así como hacer propuestas para la mejora de las instituciones de la religión y de la iglesia. Tampoco aquí hay nada que pudiera ser un cargo de conciencia, pues lo que enseña la virtud de su puesto como encargado de los asuntos de la iglesia lo presenta como algo que no puede enseñar según prescripciones y en nombre de otro. Dirá: nuestra iglesia enseña esto o aquello, éstas son las razones fundamentales de las que se vale. En tal caso, extraerá toda la utilidad práctica para su comunidad de principios que él mismo no aceptará con plena convicción; a cuya exposición, del mismo modo, puede comprometerse, pues no es imposible que en ellos se encuentre escondida alguna verdad que, al menos, en todos los casos no se halle nada contradictorio con la religión íntima.
Si él creyera encontrar esto último en la verdad, no podría en conciencia ejercer su cargo; tendría que renunciar. Así pues, el uso que un predicador hace de su razón ante su comunidad es meramente privado, puesto que esta comunidad, por amplia que sea, siempre es una reunión familiar. Y con respecto a la misma él, como sacerdote, no es libre, ni tampoco le está permitido serlo, puesto que ejecuta un encargo ajeno. En cambio, como docto que habla mediante escritos al público propiamente dicho, es decir, al mundo; el sacerdote, en el uso público de su razón, gozaría de una libertad ilimitada para servirse de ella y para hablar en nombre propio. En efecto, pretender que los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) sean otra vez mentores de edad constituye un despropósito que desemboca en la eternización de insensateces.

Si nos preguntamos si vivimos ahora en una época ilustrada, la respuesta es no, pero sí en una época de Ilustración. Todavía falta mucho para que los hombres, tal como están las cosas, considerados en su conjunto, puedan ser capaces o estén en situación de servirse bien y con seguridad de su propio entendimiento sin la guía de otro en materia de religión. Sin embargo, es ahora cuando se les ha abierto el espacio para trabajar libremente en este empeño, y percibimos inequívocas señales de que disminuyen continuamente los obstáculos para una Ilustración general, o para la salida de la autoculpable minoría de edad. Desde este punto de vista, nuestra época es el tiempo de la Ilustración o el siglo de Federico.

(Este párrafo de encima, referido al siglo XVIII, se muestra optimista con el nivel de ilustración que debería haber alcanzado el mundo en la época actual, por ejemplo, y aunque han cambiado muchas cosas aún queda MUCHO que hacer en este ámbito, mucho más que en el ámbito tecnológico)

Un príncipe que no encuentra indigno de sí mismo declarar que considera como un deber no prescribir nada a los hombres en materia de religión, sino que les deja en ello plena libertad y que incluso rechaza el pretencioso nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado y merece que el mundo y la posteridad lo ensalcen con agradecimientos. Por lo menos, fue el primero que desde el gobierno sacó al género humano de la minoría de edad, dejando a cada uno la libertad de servirse de su propia razón en todas las cuestiones de conciencia moral. Bajo el gobierno del príncipe, dignísimos clérigos -sin perjuicios de sus deberes ministeriales- pueden someter al examen del mundo, libre y públicamente, aquellos juicios y opiniones que en ciertos puntos se desvían del símbolo aceptado; con mucha mayor razón esto lo pueden llevar a cabo los que no están limitados por algún deber profesional. Este espíritu de libertad se expande también exteriormente, incluso allí donde debe luchar contra obstáculos externos de un gobierno que equivoca su misión. Este ejemplo nos aclara cómo, en régimen de libertad, no hay que temer lo más mínimo por la tranquilidad pública y la unidad del Estado. Los hombres salen gradualmente del estado de rusticidad por su propio trabajo, siempre que no se intente mantenerlos, adrede y de modo artificial, en esa condición.

Pero sólo quien por ilustrado no teme a las sombras y, al mismo tiempo, dispone de numeroso y disciplinado ejército, que garantiza a los ciudadanos una tranquilidad pública, puede decir lo que ningún Estado libre se atreve a decir: ¡Razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí un extraño e inesperado curso de las cosas humanas, pues sucede que, si lo consideramos con detenimiento y en general, entonces caso todo en él es paradójico. Un mayor grado de libertad ciudadana parece ser ventajosa para la libertad del espíritu del pueblo y, sin embargo, le fija barreras infranqueables. En cambio, un grado menos de libertad le procura el ámbito necesario para desarrollarse con arreglo a todas sus facultades. Una vez que la naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación y vocación al libre pensar; este hecho repercute gradualmente sobre el sentir del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de actuar) y, finalmente, hasta llegar a invadir a los principios del gobierno, que se encuentra ya posible tratar al hombre, que es algo más que una máquina, conforme a su dignidad.


Fantabuloso, ¿verdad?
Y ni siquiera Kant os libra de orgasmos musicales. A ver que encuentro por aquí...
Ah, sí. Art of Life de X Japan. A ver, este es un tema un tanto especial. Para empezar, dura 29 minutos, y posee diferentes partes bien diferenciadas, algunas más metalochenteras y otras más baladas voz-piano, y otras más de sobrada mental paranoica, pero toda la canción está exquisitamente compuesta y es una delicia. Me encanta.





Por otro lado, otro grupo cojonudo, Symphony X, perfecta mezcla de neoclassical y progressive metal, tal y como yo considero que una mezcla así debe sonar, con elementos de Power e inmensa calidad técnica y compositiva. Este tema, Seven, es del último álbum Paradise Lost, que es mi preferido de ellos. Me parece impresionante. Y esta canción es lo más.








jueves, 7 de enero de 2010

La divina comedia (2ª parte)

Ya toca... Hablar del tema más complejo que existe, supongo que me extenderé, así que si alguien lo quiere leer que se busque un ratejo.


La religión cristiana. Ese conjunto de creencias y ritos tan estrechamente ligados a lo largo de la historia al desarrollo de lo que se conoce como mundo occidental.


La manera de vivir la religión está, como no podía ser de otra forma, indisolublemente unida a la época en que se vive. En la era de la democracia, globalización, liberalismo... la religión se ve de una manera diferente a casi cualquier otro momento de la historia. Durante la mayor parte de las épocas, la religión era una verdad tan extendida que el simple hecho de dudar estaba mal visto o incluso fuertemente castigado, especialmente (pero no exclusivamente) en la lejana Edad Media.
Esto conllevaba que la Iglesia tuviera un gran poder político, económico y social, hecho que prácticamente ha desaparecido en el mundo occidental, exceptuando países muy concretos.


La propia manera de expresarse de las cabezas visibles de la Iglesia ha variado sensiblemente, incluso diciendo cosas contradictorias a lo que decían hace unos siglos. Esto es utilizado con frecuencia por los críticos hacia la Iglesia, pero personalmente me parece algo lógico y un síntoma de madurez, aceptar los errores del pasado y predicar, por ejemplo, la tolerancia y la convivencia entre religiones (es difícil encontrar precedentes de esto en la historia) o la total aceptación del ateísmo, cada vez más extendido, y que estuvo fuertemente criticado por la misma Iglesia en el pasado.


La Iglesia no la creó Jesús. La crearon los hombres que vinieron después. Si hacemos caso a los Evangelios, que poseen numerosas evidencias históricas pese a su alto contenido simbólico, Jesús era un hombre que predicó una forma de vida nunca antes vista. Entrega a los demás, perdón, poner la otra mejilla, compartir... Muchos de los valores aceptados como nobles hoy día, hasta por la gente no creyente, los predicó por primera vez el melenudo nazareno.


A partir de sus enseñanzas, se creó una estructura organizada, unos ritos y unas creencias basadas en mayor o menor medida en el mensaje original.
A día de hoy, existe gente, entre los cuales me incluyo, que en lo que realmente cree es en la figura de Jesús y los valores que predicó, y se muestra más o menos escéptica en el tema de la Iglesia organizada.


La misma Iglesia, para mí, tiene varias caras bien diferenciadas.


-La primera es la "cara visible": Altos cargos de la jerarquía cristiana, que a pesar de que en la teoría son igual que cualquier otro cristiano, aparecen en los medios de comunicación de una u otra manera; y eso provoca que sean objeto de todo abucheo y crítica, a pesar de no ser más que una pieza insignificante en la Iglesia mundial y realmente no son tan representativos de ella como quieren aparentar. Opino, a pesar de estar en contraposición con la "postura oficial" y con la opinión de la mayoría de los cristianos, que estas figuras deberían tener un peso mucho menor en la visión personal de cualquier tema religioso, ya que pienso que cada uno debe buscarse sus opiniones y no se tiene por qué estar en perfecta armonía con la Iglesia Vaticana... En mi opinión es el mayor error de la Iglesia católica.


-La segunda es la Iglesia de a pie. Aquí incluyo párrocos y feligreses, grupos de jóvenes cristianos que se reúnen, voluntarios en algún tema social en el que intervenga la Iglesia, etc. 
Aquí el grupo es notablemente heterogéneo. Ya en el propio terreno de los sacerdotes nos encontramos toda clase de personas, a pesar del tópico que reina, que es el de un hombre mayor, con voz somnífera y anclado en unas ideas espirituales pertenecientes a un pasado más o menos reciente. Es cierto que existe un numeroso grupo de ellos que corresponden en mayor o menor medida a tal descripción, pero son todos ni muchísimo menos. Esta clase de sacerdotes son válidos para parroquias con media de edad de 80 años, ya que las personas mayores suelen acudir a misa como rito periódico sin buscar novedades en absoluto, y en tal caso entiendo que no exijan nada más.


Pero creo que, en general, un sacerdote no debería ser EN ABSOLUTO así. No me cansaré de repetir que estas figuras eclesiales deberían centrar su atención en atraer a la juventud y en llevar su labor de forma que se adecúe a los nuevos tiempos y al día a día de la gente. Deberían centrarse en la juventud porque ahí está el futuro, y es la etapa de la vida donde surgen la mayor parte de las dudas sobre este complejo tema. Un sacerdote de mente abierta, que hable de problemas actuales, que realmente anime a la gente.


Por otro lado, los grupos de jóvenes cristianos. No me voy a extender sobre ellos, pero quiero constatar mi afán por demostrar que realmente pueden aportan  como personas a sus miembros, sin ni siquiera importar en ocasiones el nivel de Fe exigido para entrar. Por supuesto hay grupos y grupos, pero yo hablo desde mi experiencia personal.


Por último, la labor social que realizan los miembros de la Iglesia en diferentes ámbitos y congregaciones. Realmente no veo cómo podría alguien criticar este punto, aunque sé que para colaborar en labores sociales no es necesario en absoluto pertenecer de ningún modo a la Iglesia. Ser voluntario es algo que yo pondría como ejemplo de acción que enriquece como persona. Pero es notorio el esfuerzo de la Iglesia en este sentido.


-La Iglesia misionera: No es más que la digievolución suprema del último ámbito que acabo de comentar en el punto anterior, pero la gente que es capaz de ello es desde mi punto de vista digna del mayor de los respetos. Se trata de personas que abandonan a su familia, sus amigos, su vida completa para pasar un tiempo en otro país, desconocido para ellos, peligroso en algunos casos... sin más fin que el regalar esfuerzo gratuito en busca del bienestar de personas a las que no deben nada. Digo lo mismo que antes, no veo tampoco necesario el pertenecer a un ámbito religioso para realizar este tipo de labores, pero la labor de la Iglesia en esta clase de cosas me sigue pareciendo impresionante.




Tras este análisis del ámbito religioso genérico, quiero salirme un poco de ahí, porque no todo el mundo es cristiano. La mente de cada ser humano es única, y la personalidad de cada uno nos hace creer en última instancia que hay un ser superior o que no lo hay, y es una opción tan personal como puede ser nuestra comida preferida o el color con el que pintamos el salón; simplemente debemos respetar que alguien prefiera la ensalada cuando nosotros amamos un buen chuletón.


Pero hay algunos aspectos que la persona atea no debe desdeñar. La religión, le pese a quien le pese, como he dicho al principio, ha estado ligada al desarrollo del moderno mundo occidental. Y quien menosprecia la historia, no le cabe otra etiqueta que la de ignorante, ya que cada uno de nosotros y el ambiente que nos rodea está empapado de cada uno de los sucesos históricos acaecidos. Así que, lo mínimo es tener un mínimo de cultura para, posteriormente, escoger la postura que nuestras creencias reclamen.


Otro aspecto, del cual muchos ateos se olvidan, es que la Iglesia es necesaria. De ello estoy completamente seguro, y creo que no es difícil darse cuenta de ello... Puede que tú, joven ateo que lees mi blog por alguna de las pocas razones que pueden incitarte a ello, creas que no lo es, que tú te bastas a ti mismo y no necesitas creer en nada, pero no todo el mundo es así de fuerte y lo sabes. La simple existencia de una gran estructura basada en algo tan básico e importante para tanta gente, les da una seguridad que muchos realmente necesitan. ¿Que si hubieran nacido en un mundo sin nada de esto, se habrían adaptado perfectamente? Pues claro, pero hoy por hoy no hay más mundo que este, con su historia y sus sociedades, y es de esta manera como se han criado.


Por otro lado, a pesar de ser algo obvio, es menester reintroducirlo en las alocadas mentes de las masas: La Iglesia no obliga a nadie a nada, cualquiera es libre de creer o no. Por eso creo que lo mínimo es un respeto al menos comparable al que ella posee hacia los no creyentes, o al menos debería poseer en todo caso. Y, repito, no me refiero a la "cara visible" que he comentado antes, la cual considero un, digamos... mal necesario.




Como epílogo, una breve reflexión... Son temas sobre los cuales, si piensas con una mente bastante racional y científica tal y como la mía, llegas a contradicciones, callejones sin salida... Y esto constituye una prueba negativa para mucha gente, y hace dudar en gran medida a otros en los cuales me incluyo. Pero el ser humano es cuerpo, cabeza y corazón, y este ámbito afecta más a este último que a la cabeza. 


Ser religioso... creo de verdad que te hace mejor persona. No quiero que nadie me malinterprete y piense que quiero decir que sólo siendo creyente eres buena persona, ni de coña, eso no es así en absoluto, ni siquiera en la mayoría de los casos. Todo tiene una medida, y soy más partidario de la mezcla de ideologías que la mayoría de los creyentes; pero los resultados netos, experiencias que he vivido con gente que comparte esto, me demuestran que algo sí hace. Invito a pensar un poco sobre todo esto...


Y yo... sigo pensando que Dios es la 5ª/11ª/26ª dimensión del multiverso físico ^^.


Ñaña... Música. A ver que pongo hoy...


Un temilla de los Deep Purple (¿se nota que les adoro?) pero versionado instrumentalmente por el super-grupo Mr. Big, en el cual estuvo Paul Gilbert (que se fue en el 96, siendo sustituido por Richie Kotzen, el que toca en este video, ex-guitarra de Poison. El año pasado Gilbert volvió, para mi regocijo ^^) y el gran bajista Billy Sheehan, el cual nos deleita aquí, en esta versión en directo de "Burn", con un solo de bajo (de teclado en la original de DP) que, digamos, me emociona ^^. El video tiene un audio de culo, lo siento =S no hay otra cosa...





Para ya terminar, un inmortal grupo de Hard Rock ochentero: Dokken. Aunque no es excesivamente conocido fuera del círculo de los iniciados (lo que tiene la cultura musical actual, incluso entre numerosa gente que va bastante más allá de los 40 marginales...) dejaron una huella imborrable, al menos en su época lustrosa. Os pongo un par de temas de su disco "Back for the Attack", una joyita que ando buscando, por cierto.




Un gran orgasmo instrumental del mismo disco: